El sueño de una mujer visionaria se materializó cuando abre sus puertas el Jardín Infantil “JACARANDA”, ubicado en la calle Los Chunchos, del sector sur de nuestra ciudad. Entre cantos y alegrías de niños y apoderados, este sueño fue creciendo y casi a solicitud de los mismos padres y madres, que deseaban continuar educando a sus hijos e hijas con la misma línea formativa del jardín. Es que nace la proyección del Jardín, el Colegio ALTAMIRA.

Inicialmente se abrieron cursos de primero y segundo básico, que funcionaron en el mismo jardín por algún tiempo. El proyecto fue creciendo y las necesidades también.

Nuevamente el espíritu emprendedor e inquieto de la Tía Nagli, agoto todas las instancias hasta que en marzo de 1997 el Colegio Altamira, inicia sus actividades académicas, con una matrícula de 45 alumnos, en curso de 1º a 4º básico, en su actual ubicación. En ese tiempo la construcción del colegio comprendía las 4 salas, los primeros baños y dos oficinas, más una sala de Profesores y sus correspondientes baños.

La visión de educación de la Señora Nagli Delgado Olivares, de profesión Educadora de Párvulos, fue siempre centrada en el alumno, en el desarrollo de sus potencialidades y la relación con su entorno, utilizando metodologías atractivas, entretenidas e integradoras.

El funcionamiento del colegio en sus inicios fue en doble jornada, de 1° a 8° básico, llegando a tener una matrícula aproximada de 600 alumnos. Más tarde la ampliación del colegio permite tener integrado los cursos de Educación Parvularia.

El año 2002 se crea el 1° medio y con ello progresivamente se completa la Enseñanza Media. Para el año 2006 el colegio inicia su funcionamiento en Jornada JEC, lo que obliga a eliminar o fusionar curso.
El nombre del colegio ALTAMIRA, tenía mucha significancia con las vivencias personales de la Tía Nagli y con el proyecto educativo. Sin embargo, para el año 2009 se vio obligado a realizar el cambio de nombre, debido a que el nombre ALTAMIRA, fue inscrito como marca registrada en la categoría de educación, lo que inhabilita que otro lo utilice. Fue muy difícil encontrar un nuevo nombre que hiciera sentido y se vinculara con el espíritu del Proyecto. Finalmente nace ANTAMARA.

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